
El PRO se alinea con LLA en CABA: pacto incómodo y sin candidatos propios al Senado
POLITICA06/08/2025Aunque con tensiones y críticas, el PRO selló su integración a la lista de LLA en CABA. Tendrá dos lugares entre los primeros seis candidatos.
Nueva encuesta de Zubán Córdoba sobre Argentina y la guerra entre Estados Unidos y China.
POLITICA28/04/2025
Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la disputa por la hegemonía mundial -es decir, la batalla entre Estados Unidos y China- regresó a primer plano.
Estados Unidos es la principal potencia del planeta y quiere que eso siga siendo así. Por eso, buscar frenar el avance de Pekín.
China fue la principal potencia del mundo durante siglos y quiere volver a ocupar ese lugar. Por cierto, no lo dirá explícitcamente, pero va en busca de eso.
La batalla ya no es militar (y esperemos que así siga siendo porque, sino, la cuarta guerra mundial será con palos y piedras, como dijera Albert Einstein) sino económica, tecnológica, científica, mediática y diplomática.
Mientras esa guerra de colosos se desenvuelve, el mundo mira.
Cada país trata de sumar equipos a su bando. O, para decirlo en el lenguaje técnico, su esfera de influencia.
Es una oportunidad para los demás países porque tienen leverage para pedir cosas y jugar "a dos puntas".
El problema es cuando algunas de las potencias exige disciplina absoluta. Algo similar a lo que hace Karina Milei dentro de LLA.
Milei arrancó con un alineamiento automático con Estados Unidos y una posición dura con "los comunistas" (de China). Si bien lo primero no cambió, fue ablandando su posición hacia Pekín. De hecho, hace poco se renovó el swap con el Banco Popular de China. Y si bien nunca se produjo su viaje a China, el hecho de que esa versión haya circulado muestra que Milei está dispuesto a tener una relación, aunque no cercana, sí cordial y respetuosa.
Si este escenario continúa, no sería malo para Argentina: podría aprovechar el interés de ambos para que el país esté en su esfera y pedir. Obviamente, deberá entregar y ceder cosas, pero no estaría obligada a elegir y tener que romper con uno de los dos.
Por el momento...
Una nueva encuesta de Zuban Córdoba analiza qué piensa la opinión pública de todo esto.
54% cree que la imagen argentina en el mundo ha empeorado desde la asunción de Javier Milei.
55% cree que Argentina debería mantener su clásica neutralidad frente al incipiente choque entre China y Estados Unidos.
20,9% prefiere alinearse con Pekín y apenas 19,3% con Washington.
55% cree que Argentina debería mantener su clásica neutralidad frente al incipiente choque entre China y Estados Unidos.
"Hablando específicamente de ese choque, asoman algunos datos más que interesantes. 36% considera que China contribuye a la estabilidad global mientras que sólo 16% piensa lo mismo de Estados Unidos", dice la editorial del informe de la consultora que lideran Paola Zubán y Gustavo Córdoba.
"Un cambio de 180 grados en la opinión pública argentina que históricamente ha sido más proclive a favorecer a Estados Unidos", dicen y agregan, como explicación: "Un síntoma indiscutible de lo que la administración Trump y su política arancelaria generan en países como el nuestro".
Entre los votantes de Milei prima la idea de acercarse a Estados Unidos, con 39,8%. El 49,6% quiere la neutralidad y apenas 6,1% opta por pivotear hacia China.
Entre los que votaron a Massa, casi nadie plantea alinearse con Estados Unidos y el 36,9% opta por mirar más a China que EE.UU. De todas maneras, 59,9% prefiere la neutralidad.
El análisis de Florencia Rubiolo, Analista de política internacional, investigadora del CONICET y Directora de Insight 21 (Universidad Siglo 21)
¿Neutralidad o alineamiento? Cómo ve la sociedad argentina la rivalidad entre EE.UU. y China
Una reciente encuesta sobre la política exterior argentina en el contexto de la creciente tensión entre Estados Unidos y China revela un dato clave: el 55% de los consultados considera que el país debería mantener una posición de neutralidad. Esta respuesta no sorprende si se considera que la tradición diplomática argentina ha favorecido históricamente una postura equidistante frente a los grandes polos de poder global.
Este enfoque no implica pasividad ni inacción, sino más bien un intento deliberado de no alinearse automáticamente con ninguna de las partes en conflictos internacionales, especialmente cuando se trata de disputas lejanas y complejas que exceden los intereses directos del país.
Lo interesante es que tanto quienes favorecen un alineamiento con Estados Unidos como con China se reparten porcentajes muy similares, con apenas un 1,6% de diferencia a favor de EE.UU. Este dato refuerza la idea de una sociedad que, mayoritariamente, percibe con distancia —tanto geográfica como cultural— los conflictos entre potencias, y que prefiere mantener una autonomía relativa en su posicionamiento global.
La creciente consideración hacia China como un posible socio estratégico no parece surgir de afinidades ideológicas o culturales, sino de un atractivo económico concreto. Aun así, la Argentina sigue estando fuertemente enraizada en el hemisferio occidental, tanto por valores, tipo de gobierno y herencia cultural. Por eso resulta significativo que, pese a esas diferencias estructurales, un porcentaje casi igual de la población considere viable una mayor cercanía con el gigante asiático.
¿Quién contribuye a la estabilidad mundial y quién la pone en riesgo?
La segunda parte del estudio indaga en una cuestión igualmente clave: ¿qué país contribuye más a la estabilidad global y cuál provoca más tensiones? En un contexto marcado por la escalada arancelaria impulsada por la administración Trump, no sorprende que Estados Unidos sea percibido como el principal generador de tensiones a nivel global.
Esta percepción parece centrarse en el plano económico y en las dinámicas de la economía política internacional. En segundo lugar, aparece Rusia, pero con un matiz distinto: aquí la preocupación está más vinculada a tensiones geopolíticas y territoriales, particularmente por su rol en la guerra en Ucrania.
China, en cambio, aparece en una posición llamativa: no solo no es vista como el principal actor generador de tensiones, sino que es identificada como el país que más contribuye a la estabilidad global. Esta visión choca con las críticas frecuentes que ha recibido desde Estados Unidos y otras potencias occidentales por supuestamente desafiar el orden liberal internacional.
Lo interesante es que, aunque China no haya sido la arquitecta de ese orden —basado en normas, instituciones y acuerdos que promueven previsibilidad y estabilidad—, la percepción pública es que hoy actúa más como una fuerza estabilizadora que como un factor de desorden.
Este dato es revelador: del país que fundó y promovió el orden liberal internacional (Estados Unidos), hoy se percibe que contribuye menos a sostenerlo. Y esto plantea un interrogante crucial: si el principal impulsor de ese orden ya no es percibido como su garante, ¿cómo se sostiene su legitimidad? La respuesta, quizás, está empezando a cambiar de hemisferio.
La imagen internacional de Argentina bajo la presidencia de Javier Milei
Respecto de la última pregunta de la encuesta, vinculada a cómo ha evolucionado la imagen de Argentina en el mundo durante la presidencia de Javier Milei, el dato más destacado es que más del 50% de los encuestados considera que la imagen del país ha empeorado. Esta cifra es significativamente mayor que la de quienes creen que ha mejorado, con una diferencia superior al 7%.
Sin embargo, no se observa una polarización extrema. La mayoría parece tener una posición tomada, lo cual queda claro al ver que menos del 5% respondió que no sabe. Esto indica que la imagen internacional del país es un tema presente en el debate público, y que la ciudadanía percibe que la política exterior tiene un impacto concreto en la vida cotidiana.
¿Qué está pasando en el mundo hoy?
Este creciente interés podría explicarse por varios factores: por un lado, la mayor cobertura mediática de temas internacionales y, por otro, el alto perfil de los discursos del presidente en foros globales, muchas veces marcados por una retórica confrontativa y polémica, que ha sido objeto de críticas no solo por el contenido, sino por las formas, percibidas como poco diplomáticas.
Entre quienes ven una mejora en la imagen internacional, la percepción parece estar anclada en dos ideas: una mayor visibilidad global —que no necesariamente equivale a un mejor posicionamiento, pero sí a una presencia más notoria—, y una narrativa presidencial centrada en la "apertura al mundo". A esto se suma un factor no menor: la reciente aprobación de financiamiento por parte de organismos internacionales como el FMI, que puede ser leída como una suerte de respaldo externo.
En resumen, el posicionamiento internacional de Argentina está hoy más presente que nunca en la conversación pública. Y aunque las miradas están divididas, lo que parece quedar claro es que la política exterior ya no es un asunto distante o meramente protocolar: se ha convertido en un terreno clave donde se juegan también las expectativas, los temores y las aspiraciones de la sociedad.
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