José Chediack, de Oliovita: "Los precios internacionales del aceite de oliva están excepcionalmente altos"

Llegaron a u$s8.000 por tonelada, el valor más alto de la serie histórica. Argentina tiene uno de los consumos per cápita más bajos del mundo. Cómo afecta el calentamiento global.

NEGOCIOS11/09/2024
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El mercado del aceite de oliva en Argentina tiene un tamaño sumamente reducido en comparación con otros de la región y de otros continentes. El consumo per cápita está entre los más bajos en la comparación entre países, situación que se agudiza últimamente por una coyuntura de precios internacionales que están en los niveles más altos de la serie histórica.

En este contexto, las principales empresas del mercado local enfrentan limitaciones climáticas y geográficas para ampliar la producción. Así, buscan diferenciarse y ganar market share a partir del desarrollo de productos premium con aceites vírgenes y extra vírgenes.

Una de ellas es SolFrut, una empresa de capitales nacionales que produce, industrializa y comercializa alimentos y tiene como marca insignia a Oliovita, producto que acaba de cumplir 25 años en el mercado y representa el 12% del aceite de oliva virgen extra que se consume en Argentina. Pertenece al top 3 de las marcas más vendidas.

Con fincas en San Juan y La Rioja, SolFrut inauguró el año pasado en tierra sanjuanina una nueva planta industrial que cuenta con una capacidad de molienda de 45 millones de kilos de fruta en los 60 días que dura la campaña, con tecnología de última generación para la extracción de aceites de oliva virgen extra de la más alta calidad. La capacidad instantánea de molienda supera los 750.000 kg de fruta diarios, lo que equivale a la posibilidad de procesar unos 40 camiones por día.

En la actualidad, la firma envasa 3.850.000 de botellas por año, en distintos formatos, que son comercializadas en el mercado interno y de exportación. También exporta graneles. Una de cada cinco botellas de aceite de oliva que se consumen en Argentina es producida por SolFrut.

SolFrut pertenece a su vez al grupo Phrónesis, que está conformado por las empresas SolFrut, Teknofood, NutriSantiago y NutriCorrientes, entre otras, que elaboran alimentos saludables y fortificados, vinos y aceites destinados al mercado local e internacional.

En ocasión del aniversario de Oliovita, Ámbito dialogó con José Chediack, presidente del grupo Phrónesis, sobre la actualidad de la industria olivícola en Argentina y el mundo. “Los precios internacionales del aceite de oliva están excepcionalmente altos", comentó.

Periodista: ¿Cuál es el nivel de consumo en Argentina, comparado con el resto del mundo?

José Chediack: Argentina está en 150 gramos por habitante por año. Si la Argentina consumiera 1 kg por año, como pasa en Chile, estaríamos obligados a importar aceite de oliva, porque somos 50 millones de habitantes y consumiríamos 50 mil toneladas. Y la producción total del país está en 30 mil toneladas o 40 mil con suerte.

La cuenca mediterránea, Italia, España, Grecia, Túnez, Turquía, están todos arriba de los 13 kilos por habitante por año. Grecia consume 22 kilos. Nuestro vecino, Chile está en 1 kg por año. También Estados Unidos está en proceso de aumento de consumo.

P.: ¿Cuál es el principal importador?

J.C.: Más allá de Italia que compra para reexportar, el mayor importador es Estados Unidos. Son unos 300 millones de habitantes que venían consumiendo unas 300 mil toneladas por año, esto es prácticamente un kilo por habitante por año. Ahora están consumiendo 400 mil toneladas por año, es decir ya pasaron un kilo por persona. Esto se explica por un cambio muy grande relacionado con el tema de salud. La dieta sajona fue tomando nota de la importancia de la dieta mediterránea y empezó a cambiar muchas cosas, entre otras el tipo de aceites.

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P.: ¿Cuánto aceite argentino se exporta a ese mercado?

J.C.: Estados Unidos es nuestro principal comprador. Yo diría que de las 30 mil toneladas que produce Argentina se consumen localmente entre 5 mil y 7 mil toneladas. El resto se exporta y básicamente el mayor importador es Estados Unidos. El único problema es que no se lleva fraccionado, sino a granel. Ahí hay un problema histórico, de política comercial argentina, cambiaria, fiscal, etc, que hizo que no seamos tan competitivos en el fraccionado.

Con Oliovita estuvimos entre 2001 y 2010 en Estados Unidos vendiendo fraccionado. Teníamos un asentamiento en Filadelfia. Con unas 2 mil bocas en Estados Unidos y unas 2 mil bocas en Brasil. Pero temas cambiarios, fiscales y retenciones en ese momento, más el cambio oficial con una brecha muy grande, nos sacaron de margen. Hoy seguimos siendo exportadores, básicamente a Estados Unidos pero a granel. Y obviamente, siempre está latente la vocación de volver a vender aceite fraccionado.

P.: ¿En venta a granel son competitivos?

J.C.: En granel somos muy competitivos. Aunque el formador de precios es España, nosotros siempre fuimos competitivos independiente de los precios internacionales. Por ejemplo, España no produce más de 300 o 400 kg de fruta por hectárea. Nuestras plantaciones están preparadas para producir entre 12 mil y 14 mil kilogramos por hectárea. Y según la zona estos son 1.500 o 1.600 kilos de aceite por hectárea. Hoy en nuestras plantaciones nuevas que estamos desarrollando estamos tomando un piso productivo de no menos de 2 mil kilos de aceite por hectárea.

P.: ¿Y cómo está el panorama de precios internacionales en este momento?

J.C.: El aceite de oliva está pasando por un momento de precios excepcionalmente altos. El precio más alto que yo había conocido desde que empezamos esta empresa en 1995 fue ese mismo año, cuando una tonelada de aceite valía el orden de 5 mil dólares. Después de eso los rangos en los cuales se ha movido han sido entre 2 mil y 4 mil dólares la tonelada. Pero desde hace dos años estamos con valores del orden de 8 mil dólares la tonelada.

P.: ¿Qué explica esto?

J.C.: España, que es líder mundial con 1,5 millón de toneladas por año, representa casi el 50% de la producción mundial. Pero viene de dos campañas terriblemente malas, básicamente por la sequía. El 70 por ciento del total del olivar de España funciona sin regadío y depende muchísimo de las lluvias. Son históricamente producciones por hectárea muy bajas, comparadas con las nuestras pero como tiene tanta superficie el volumen total de producción es muy alto igual. Con esta situación y con la demanda mundial los precios empezaron a subir.

P.: ¿Y qué papel juega Argentina en este contexto?

J.C.: Argentina es un productor chico a nivel mundial, pero es importante como productor de aceites vírgenes. Tiene que ver por esta modalidad del sistema que se armó, en que las plantas están puestas al pie de las plantaciones, a diferencia de lo que sucede en España donde sólo 25% de la fruta que va a los aceites se recolecta del árbol, el otro 75 por ciento se levanta del piso, muy deteriorada. Son aceites que después tienen que ser refinados, porque esa fruta que está en el piso está rota, está oxidada, y da aceites de alta acidez que después hay que corregir con refinado. Entonces ya no son aceites vírgenes. Y esos aceites refinados después van a lo que se llama aceite corriente o puro que es el que se usa para cocinar. Y los españoles son grandes consumidores porque lo usan no como lo usamos nosotros para condimentar sino para cocinar.

P.: ¿Hay margen en Argentina para aumentar la producción en forma considerable?

J.C.: Argentina no produce más de 30 o 40 mil toneladas por año. Nuestra planta hoy está preparada para producir entre 4 y 6 mil toneladas de aceite de oliva por año, sobre estas 30 o 40 mil a nivel nacional, el 50% del total del aceite de oliva de Argentina se produce en San Juan, y de ese 50% el 90% se produce en un solo departamento llamado Sarmiento que es el que limita al sur de la provincia con Mendoza. Ese departamento en particular está con una problemática de acuíferos y es difícil pensar que en Argentina se vayan a producir grandes cantidades de aceite de oliva a nivel mundial para ser competitivos.

P.: ¿Cuáles son los desafíos ambientales?

J.C.: El calentamiento nos obliga a buscar fincas más en altura, con un mayor rango térmico, con una acumulación de frío durante el invierno mayor. Pero esto se complica porque a medida que aumentó la temperatura hay menos nieve en la Cordillera, y como nosotros trabajamos en zonas desérticas nos abastecemos de agua de los acuíferos para poder regar los cultivos, que se recargan con la nieve de montaña que empieza a escasear. Es una problemática que no es solamente de Argentina. Es mundial. Lo está sufriendo Australia, Sudáfrica, Chile, Estados Unidos y Europa.

Es difícil encontrar hacia donde expandirse. Las alternativas que se analizan son latitudes mucho más al sur. Con influencias marítimas, más parecida a lo que fue el desarrollo del final de cultivo en la cuenca del Mediterráneo, pero en latitudes mucho más al sur.

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