El nuevo manual de supervivencia para empresas argentinas (y por qué el viejo ya no sirve)

La crisis no es solo un riesgo: es una invitación a innovar, a replantear prioridades y a construir una base sólida.

NEGOCIOS15/10/2025
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En octubre de 2025, la economía argentina presenta un escenario mixto. 

Por un lado, la inflación ha mostrado una leve desaceleración y el dólar oficial se mantiene relativamente estable. 

Por otro, la realidad cotidiana de muchas empresas sigue marcada por la presión sobre los márgenes, los costos de producción elevados y la limitada disponibilidad de financiamiento: la sensación no es de alivio sino de asfixia. 

 

En 2025, se han perdido más de 12.000 empresas, reflejando una crisis profunda en el sector PyME.

El Banco Mundial proyecta un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) del 4,6% para este año, posicionando al país como el segundo de América Latina con mayor expansión.  

 

Sin embargo, este crecimiento no es homogéneo: mientras algunos sectores, como la agroindustria y ciertas exportaciones, muestran recuperación, otras industrias y comercios enfrentan dificultades significativas. 

 

Esto evidencia que la estabilización macroeconómica no se traduce automáticamente en mejoras para las pymes.

El cambio de paradigma: de la improvisación a la planificación estratégica
Durante los últimos años, buena parte de las pymes sobrevivió "administrando el desorden": aumentos de precios semanales, ajustes informales y financiamiento propio para cubrir baches. 

Con la desaceleración inflacionaria, esa gimnasia defensiva dejó de funcionar, pero no fue reemplazada por un entorno crediticio saludable. 

Hoy, muchas empresas se encuentran con stocks valorizados a precios altos, márgenes comprimidos y ventas que todavía no recuperan ritmo.

Los números lo muestran con claridad: mientras la inflación anualizada bajó, las tasas de interés reales se mantuvieron elevadas y los plazos de cobro se estiraron. 

El resultado es un estrangulamiento de caja que obliga a muchas firmas a financiar su operatoria con recursos propios o a postergar inversiones clave. Al mismo tiempo, la recomposición de tarifas y precios relativos encareció costos fijos, especialmente en sectores intensivos en energía o servicios.

Adoptar un enfoque estratégico y planificado permite a las empresas anticiparse a los riesgos, organizar los recursos y profesionalizar la gestión. La planificación no solo ayuda a sobrevivir, sino que permite identificar oportunidades en un mercado que ya no depende únicamente de la volatilidad como fuente de ventaja.

Desde el punto de vista contable, esta transición exige un cambio profundo de mentalidad. Ya no alcanza con "surfear" la inflación, ahora es necesario volver a planificar financieramente: proyectar flujos de fondos, revisar estructuras de costos y definir políticas de crédito y cobranza realistas. 

También reaparece la necesidad de contar con balances actualizados y ordenados para poder acceder, cuando exista, a financiamiento bancario o alternativas privadas.

El problema no es solo económico: es de transición financiera mal gestionada. Durante años, las empresas sobrevivieron ajustando precios y stockeándose para ganarle a la inflación. Ahora ese manual quedó obsoleto, pero pocos lo reemplazaron por uno nuevo.

Estrategias concretas para adaptarse
1. Gestión de caja adaptada al entorno: Pensar en horizontes mensuales o trimestrales, anticipar vencimientos, pagos y cobranzas. Incluir escenarios conservadores (ventas más lentas, pagos demorados).

Semanal → útil para emergencias inmediatas.
Mensual →  permite planificar pagos y cobranzas estratégicamente.
Trimestral → da perspectiva sobre tendencias y riesgos futuros.
Permite decidir con tiempo y no "tapando agujeros".
2. Revalorizar inventarios y márgenes: Revisar precios de reposición, ajustar estrategias de ventas para no liquidar stock por debajo del costo real.

Evita pérdidas silenciosas.
3. Revisar estructura de costos fijos: Detectar gastos fijos que crecieron en proporción a la facturación, negociar contratos a largo plazo. El outsourcing administrativo puede ser una alternativa para reducir costos fijos, profesionalizar la gestión de cobranzas y pagos, y liberar tiempo del equipo interno para concentrarse en la operación y ventas.

Reducir 5 % de costos fijos puede ser más eficiente que aumentar 10 % las ventas.
4. Fortalecer la política de cobranzas: Segmentar clientes por comportamiento de pago, aplicar recordatorios automáticos y beneficios por pronto pago, evitar financiar a clientes sin control.

La morosidad controlada vale tanto como una línea de crédito.
5. Tener balances actualizados y ordenados: Hacer cierres parciales o informes mensuales, implementar tableros de control financieros simples.

El orden contable hoy es una ventaja competitiva, no una obligación fiscal.
Análisis por rubro:

Más allá de la presión económica, el verdadero desafío para las empresas no es solo "sobrevivir", sino aprender a interpretar su entorno y actuar con anticipación. 

 

El éxito depende de cómo cada empresa identifica oportunidades en medio de la incertidumbre: ajustar su modelo de negocio, diversificar ingresos, explorar nuevas alianzas o canales, y aprovechar herramientas externas como outsourcing administrativo para ganar agilidad y enfoque.

Casos abordados en distintos rubros y problemáticas muestran que incluso empresas al borde de la quiebra pueden reorganizar su operación, priorizar pagos, optimizar inventarios y renegociar deudas, recuperando liquidez y confianza en el mercado.

En otras palabras, la crisis no es solo un riesgo: es una invitación a innovar, a replantear prioridades y a construir una base sólida. 

Quien actúe hoy con estrategia y respaldo profesional estará mejor posicionado para enfrentar cualquier escenario y liderar cuando el mercado recupere impulso.

 

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