El Gobierno de Javier Milei transita su séptimo mes de gestión. El sector energético -que es esencial para el funcionamiento de la sociedad y de su economía- muestra signos inequívocos que indican que su funcionamiento está todavía lejos de un punto de equilibrio que permita afirmar que el Gobierno ha logrado dominar la caótica situación heredada del kirchnerismo y que además deje en claro que existe un programa energético racional y coherente para el mediano y largo plazo. Falta discurso; faltan planes y no existe inversión en infraestructura.
La Ley Omnibus es ambiciosa en cuanto a nuevas inversiones, pero la ambición es vacía de contenido. El mejor ejemplo es el "Régimen de incentivo a las Grandes Inversiones" -el RIGI- que se asemeja a "un conjunto vacío", es decir, a una "no política" impulsada por un Gobierno "anarco capitalista", que a su vez se jacta de no creer en la conveniencia de la existencia del Estado. Es sintomático que el texto enviado al Congreso por el Poder Ejecutivo carezca de "fundamentos" que justifiquen el porqué del articulado. La pregunta de fondo y sin respuesta es: ¿Cuáles son las inversiones que serán promovidas por el PE de entre todas las inversiones posibles y por qué?
Mientras estas dudas programáticas todavía no han sido analizadas con rigurosidad, varios son los temas energéticos de gestión que están todavía irresueltos a la espera de que el Poder Ejecutivo decida encararlos.
- Los contratos de concesión de las grandes centrales hidroeléctricas -firmados por el por el Presidente Carlos Menem en la década del '90- están vencidos y no han demostrado su utilidad para el sector energético. El gobierno actual no toma ninguna decisión y continúa con la misma práctica dilatoria que el kirchnerismo.
- El Gobierno no ha definido la forma en que serán encaradas y financiadas las obras de ampliación de la red de gasoductos troncales pasa abastecer al consumo doméstico en el próximo lustro; sustituir importaciones y sustentar eventuales proyectos de exportación de Vaca Muerta.
- El Gobierno de LLA no ha adoptado todavía ninguna posición frente a la inauguración de la obra inconclusa del Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA), cuya misión era la de abastecer de gas natural a las provincias del NEA y del norte de la Mesopotamia.
- El Gobierno permanece sin definir la política nacional de exploración hidrocarburífera en el Atlántico Sur en nuestra muy extensa plataforma económica exclusiva poniendo de manifiesto una extraordinaria continuidad con las políticas de "no ejercer soberanía en la zona" de los presidentes Cristina Kirchner; Mauricio Macri y Alberto Fernández.
- No existe definición sobre el plan de obras de Transporte de energía eléctrica en la red de 500 KV, la columna vertebral del sistema eléctrico, que presenta un fuerte atraso en las inversiones que son imprescindibles para el transporte de las energías renovables como la eólica y la solar.
- Por último, corresponde remarcar la indefinición del gobierno nacional respecto a la "transición energética y el cambio climático" toda vez que el propio presidente se definió a sí mismo como un "negacionista de las causas antropogénicas del cambio climático", lo cual le impide la adopción definiciones congruentes de política energética en dicha materia.
En este contexto, los precios mayoristas del crudo y del gas natural en el último año se han incrementado en 349%; los precios de los productos refinados -naftas y gasoil- lo han hecho 416% en el mismo periodo y los precios de la energía eléctrica en 375%. Todos esos incrementos, simultáneos, superan largamente a la inflación; a los salarios y a las jubilaciones en el mismo periodo.
El Gobierno perdió una oportunidad histórica de indagar en los costos reales de la producción energética y en la real competencia de los mercados.
Este hecho produjo un fenómeno recesivo en la economía energética que podría ampliarse si no es corregido. Ello ha tenido impactos en las cantidades demandadas de energía que son notables: las ventas de naftas han caído 5,1% en el último mes y 10,6% en el último año; las ventas de gasoil 6,5% cayeron en el último año y también la demanda de energía eléctrica ha caído 3,5% en el último año. Y es muy sospechoso el nulo crecimiento de la producción nacional de gas natural en un país que dice tener planes para abastecer al mundo.
Por otro lado es bien claro que existe en los últimos años déficit manifiesto de inversión en la ampliación y modernización del sistema energético. Esa falta de inversión se traduce en un preocupante aumento de la obsolescencia del parque generador eléctrico que se manifiesta por el hecho de que 20% del parque generador esté fuera de servicio, superando los 5500 MW. Este hecho hace que nuestro sistema eléctrico todos los años deba recurrir a la importación de electricidad de nuestros países vecinos para afrontar la demanda máxima los días de mucho calor en verano, lo que pone en evidencia la propia debilidad de nuestro sistema.
Dicho lo anterior sería fundamental que el Gobierno encare en la segunda mitad del año en curso una ronda de consultas con los partidos políticos con representación parlamentaria y también con las entidades académicas sobre un conjunto de temas energéticos de actualidad que requieren decisiones consensuadas en un marco mucho más colaborativo del que imperó en el primer medio año de mandato. Un plan decenal de obras bien consensuado sería un buen producto para el actual gobierno y el para el próximo.
Los últimos gobiernos, y el actual, basan gran parte del futuro energético argentino en la hipotética exportación masiva de Gas Natural Licuado procedente de Vaca Muerta hacia el sudeste asiático. Rara coincidencia del anarco capitalismo libertario y el kirchnerismo. Lo paradójico es que todavía no son conocidos los fundamentos técnicos y económicos de los proyectos en los cuales se basaría dicha exportación masiva.