Argentina redefine su inteligencia después de 20 años: el documento secreto que cambia todo

La Argentina aprobó su primera Política de Inteligencia Nacional en 20 años. Ciberseguridad, desinformación, Antártida, recursos estratégicos y amenazas híbridas: todo lo que cambia en el sistema.

POLITICA05/12/2025
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Después de dos décadas sin una actualización integral, el Gobierno aprobó una nueva Política de Inteligencia Nacional, un documento que redefine funciones, amenazas y prioridades del Estado. El texto reconoce que el sistema arrastró un "deterioro relevante" durante más de treinta años y que, lejos de corregirlo, las intervenciones prolongadas generaron "un notorio retroceso institucional".

La decisión política fue clara: disolver la AFI, reconfigurar todo el ecosistema de inteligencia y reinstalar a la Secretaría de Inteligencia de Estado como eje del sistema. 

Con esta reforma nacieron nuevos organismos especializados —el Servicio de Inteligencia Argentino, la Agencia de Seguridad Nacional, la Agencia Federal de Ciberseguridad y la División de Asuntos Internos— con el objetivo de reconstruir capacidades y modernizar la función inteligencia.

Un mundo más inestable y competitivo: la lectura estratégica del Gobierno
Amenazas híbridas, disputa tecnológica y manipulación informativa
La nueva Política de Inteligencia parte de una premisa: el mundo actual es más peligroso, más fragmentado y más difícil de interpretar. El documento describe un escenario internacional "caracterizado por su creciente complejidad, dinamismo y generación de nuevos ejes de poder", donde los conflictos se despliegan por debajo del umbral de guerra clásica.

Hoy las amenazas ya no se expresan solo en términos militares. 

Incluyen:

Ciberataques sofisticados
Campañas de desinformación
Ingeniería social
Operaciones de influencia extranjera
Manipulación algorítmica
Redes criminales transnacionales
La Argentina, sostiene el Gobierno, tiene que estar preparada para anticipar estas dinámicas, no simplemente reaccionar a ellas.

Una nueva prioridad: la soberanía cognitiva
El documento enfatiza que actores externos pueden influir sobre la opinión pública, instituciones, elecciones o debates estratégicos mediante operaciones destinadas a "alterar la percepción de la realidad". Por eso la inteligencia deberá desarrollar un sistema capaz de detectar flujos de desinformación, mapear redes de influencia y estudiar cómo estos procesos afectan la cohesión social y la autonomía decisional del país.

En otras palabras, proteger fronteras ya no alcanza: ahora también hay que proteger cómo pensamos.

Recursos estratégicos, Antártida y Atlántico Sur: el frente geopolítico
Competencia por recursos y territorios sensibles
Argentina reconoce que su dotación de litio, gas no convencional, acuíferos y biodiversidad la coloca en el centro de una competencia global por recursos críticos. El texto advierte sobre presiones, dinámicas de apropiación y presencia extranjera en zonas sensibles con potencial "impacto sobre el interés nacional".

La Antártida como activo geopolítico

La presencia argentina en la Antártida —ininterrumpida desde 1904— es descrita como estratégica, no solo por sus recursos latentes sino también por su valor científico y logístico. La nueva Política ordena monitorear acciones de potencias con "interés geopolítico y/o económico" en el continente blanco.


Atlántico Sur y Malvinas: prioridad permanente
El documento alerta sobre la intensificación de infraestructura, logística y actividades científicas de actores extranjeros en la región. Señala que estas dinámicas requieren vigilancia continua para preservar la gravitación argentina frente a la persistencia de enclaves ocupados y disputas territoriales.

En concreto, sentencia: "El monitoreo de la presencia extranjera en el Atlántico Sur, incluyendo las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, adquiere creciente relevancia para la defensa de los intereses estructurales de la Argentina. La intensificación de actividades científicas, logísticas y militares por parte de potencias extrarregionales, sumada a la valorización de recursos naturales, rutas bioceánicas y plataformas continentales, ha generado un entorno de competencia silenciosa con implicancias geopolíticas, ambientales y jurídicas. La persistencia de enclaves ocupados y la expansión de infraestructuras extranjeras refuerzan la necesidad de análisis integrados que contemplen dinámicas de ocupación, proyección logística, activación normativa y articulación multilateral, con el fin de preservar la gravitación argentina en estos espacios de alta sensibilidad geoestratégica".

Ciberseguridad: el nuevo campo de batalla
El texto define el ciberespacio como un "dominio operativo", un ámbito donde el Estado, empresas y ciudadanos pueden ser vulnerados. La nueva Agencia Federal de Ciberseguridad tendrá la misión de anticipar, rastrear y neutralizar ataques dirigidos a infraestructura crítica, datos sensibles, sistemas digitales y servicios esenciales.


Es el capítulo más alineado con los riesgos de un país digitalizado que todavía opera con estructuras del siglo XX.

Crimen organizado y terrorismo: amenazas con lógica regional
La Política describe al crimen organizado como una "estructura de poder paralela" con capacidad para expandirse territorialmente, captar recursos ilícitos, infiltrar instituciones y erosionar gobernabilidad. El terrorismo, por su parte, es presentado como un fenómeno adaptable, con raíces transnacionales y potencial de articulación local.

Ambos requieren inteligencia anticipatoria y cooperación internacional.


 

Una doctrina que busca recuperar autonomía estratégica
Poder integral y protección de infraestructuras críticas
El Estado se compromete a monitorear su propio "poder integral": economía, tecnología, sociedad, defensa, sistemas logísticos y recursos estratégicos. El objetivo es detectar vulnerabilidades y dependencias que puedan comprometer la autonomía argentina en un contexto de competencia global.

La protección de infraestructura sensible —energía, telecomunicaciones, salud, logística— se vuelve esencial para evitar sabotajes, fallas sistémicas o presiones externas.


Un cierre doctrinario: más anticipación, menos improvisación
La nueva Política de Inteligencia concluye que el sistema debe proveer inteligencia "anticipada y correcta" para defender los intereses estratégicos del país. Y sintetiza su misión en una frase que condensa el espíritu del cambio:

"Inteligencia Nacional, vigilia permanente por la Seguridad Estratégica de la República Argentina".

Argentina vuelve a pensar su inteligencia como política de Estado. El desafío —como siempre— será que la práctica acompañe la ambición del papel y no se corrompa en el camino.

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