Murió Armani y dejó algo que casi nadie sabía: su verdadero legado estaba en otro lado

Su mensaje es tan potente como sencillo: no alcanza con crear, también hay que preparar lo creado para sobrevivir a uno mismo.

NEGOCIOS17/09/2025
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La semana pasada murió Giorgio Armani, el diseñador que durante más de medio siglo vistió a actores, empresarios y personalidades de todo el planeta con un estilo sobrio y elegante, sin estridencias pero cargado de identidad. Su partida conmocionó al mundo de la moda, pero también dejó al descubierto un aspecto menos visible de su genialidad: su plan de sucesión.

En vida, Armani había organizado cuidadosamente la continuidad de su imperio. No se limitó a diseñar trajes o perfumes: diseñó también el futuro de la obra que lo sobreviviría. Esa decisión, hoy palpable tras su muerte, es una lección que no deberían ignorar ni las grandes fortunas ni los patrimonios más modestos.

La sucesión como parte de la obra
El plan de sucesión de Armani fue concebido como un entramado de estructuras jurídicas y reglas claras, destinado a garantizar la continuidad de la marca más allá de su fundador. En lugar de dejar que el destino o los tribunales decidieran, él eligió a parientes y colaboradores de máxima confianza para custodiar la identidad de su legado.

Su mensaje es tan potente como sencillo: no alcanza con crear, también hay que preparar lo creado para sobrevivir a uno mismo. Lo que muchos consideran un tema lejano o incómodo, Armani lo convirtió en una pieza más de su proyecto vital.

"El más acá" de la herencia
En mi libro "Pensar la Herencia" escribí: "la planificación sucesoria no es un asunto del más allá, es un asunto del 'más acá', y nos incumbe a todos". La muerte de Armani vuelve esa frase una evidencia.

El error más común de quienes poseen un patrimonio es postergar las decisiones. Mientras el titular está presente, todo parece funcionar; pero la enfermedad, la incapacidad o la muerte irrumpen sin aviso, y entonces los herederos se ven obligados a resolver de urgencia lo que debió haberse previsto.

Armani, al contrario, mostró que planificar en vida es un acto de lucidez y de responsabilidad hacia los demás.

Tres enseñanzas prácticas de Armani
La sucesión empieza en vida. Armani la diseñó antes de perder protagonismo, consciente de que era él quien debía dar forma a la transición.
El futuro no se deja al azar. Las reglas deben estar escritas: quién decide, cómo se toman las resoluciones, qué rol ocupa cada heredero o colaborador.
El legado es identidad. Lo que trasciende no es solo lo material, sino un estilo, unos valores, una cultura que merecen preservarse.
Más allá de la moda: un llamado a cada familia
La sucesión no es un asunto exclusivo de grandes diseñadores o empresarios globales. También una pyme, un departamento en alquiler o una pequeña empresa familiar necesitan un plan. La pregunta no es cuántos bienes se poseen, sino qué destino queremos darles.
¿Queremos que lo construido se transforme en motivo de unión o de disputa? ¿Será un punto de partida para las nuevas generaciones o un campo de batalla judicial? Cada persona, cada familia, debería reflexionar a tiempo. Armani lo hizo, y su obra seguirá vigente gracias a ello.

La elegancia de planificar
Giorgio Armani entendió que la verdadera elegancia no está solo en vestir bien, sino en preparar con dignidad la propia sucesión. Su muerte la semana pasada nos recuerda que ninguno de nosotros es eterno, pero que sí podemos dejar huellas perdurables.

La pregunta principal ya no es qué hizo Armani con su patrimonio, sino qué haremos nosotros con el nuestro. Y la respuesta no debe postergarse.Porque planificar la herencia no significa hablar de muerte, sino de vida: es construir un puente entre lo que hemos logrado y lo que soñamos que perdure.

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